MIGUELÓN ES EL
CAMPEÓN
DE LA COMPETICIÓN
Miguelón, Mikele, M.Lón, Miguelo, Mikel, Migueldoro,
Lon, son varias caras del mismo dado;
el Presidente de UGI.
Nuestro mandamás merece una categoria especial
dentro de la raza humana. Sus hazañas, mas de mil, nunca
tienen fin (perdón por el plagio).
A continuación os relataré sus hazañas que, lo más
asombroso que tienen, son verídicas:
CAPITULO 1: Miguelón y el videojuego de
Asterix.
Miguelón siempre fue un chico impresionable, desde
chiquitín. Pues llegó un día en que se hizo grande y
desmañado. Ese día Miguelón fue con sus amigos a unos
salones recreativos, llamados Bigotes, y en ellos
había máquinas interesantes.
Una de ellas se llamaba Asterix y Obelix y
trataba de ir truñendo a los romanos y comiendo
jabalíes.
Miguelón estudió la máquina como de costumbre. Se
aprendió donde salia cada malo, que arma usaba y los
trucos para vencerle.
Al salir de los salones bigotiles, Miguelón empezó a
relatar lo que había visto. Entusiasmado dijo: "Si
dejas pulsado el botón, el personaje se pone a girar
el brazo
sobre el hombro, y suelta un gancho a la mandíbula del
romano". Nos lo mostró graficamente, demasiado
graficamente.
Un quinqui que pasaba por la calle, al acercarse a una
esquina se llevó un gancho a la mandíbula que le dejó
aturdido.
Miguelón no sabía que decir y todo acabó con una risa
contenida hasta que el quinqui se alejó lo suficiente...
MORALEJA: Si vives cerca de Miguelón, ten cuidado
por las calles.
CAPÍTULO 2: Miguelón y la reunión de la
FASER.
La reunión debatía un tema candente y había opiniones
contradictorias. Miguelón se oponía al portavoz y
levantaba la mano para mostrar su desacuerdo. Llegó el
momento en que la discusión entre ambos parecía
retrasar la reunión, así que el portavoz le dijo que se
calmase, que discutirian aparte;
con ese argumento
se acercó a Miguelón, que viendo como el molino se había
transformado en gigante y con el nerviosismo
del momento le atizó al pobre hombre un golpe
inconsciente en la cara...
Por supuesto, el chico le dió toda la razón a Miguelón,
cuya elocuencia no tiene parangón.
CAPÍTULO 3: Miguelón y las muletas.
Se dirigía nuestro héroe hacia unos salones recreativos
(de nuevo) junto con sus compañeros de andanzas.
Una vez en ellos, Miguelón rozó unas muletas que se
sostenian, apoyadas contra una columna, en un endeble
equilibrio. Plas!, cayeron al suelo.
El dueño, cojeando, se acercó para recogerlas, pero
M.lón, con la amabilidad que le caracteriza, se ofreció
a
reponerlas. Colocó una y, mientras se agachaba a por la
otra, la primera cayó. Repitió la acción 3 o 4 veces,
hasta la desesperación de los observadores. Viendo que
su táctica erraba en algún punto cambió de estrategia.
Recogió las dos muletas a la vez y las colocó
apoyándolas una contra otra. Plas!, cayeron las dos...
El cojo tuvo que realizar el trivial esfuerzo de poner
dos muletas contra una columna.
CAPÍTULO 4: Sigue su curso.
U.G.I. intentaba ver legalizada su situación como una de
las punteras asociaciones de rol de Madrid. Para
ello contabamos con la colaboración de nuestro
presidente y experto en el trato burocrático,
Miguelón.
Le entregamos toda la documentación necesaria,
direcciones útiles y consejos recibidos por otros.
Pasaban los días y los trámites de legalización seguían
su curso. Pasaban los meses y ante nuestras preguntas
Miguelón nos tranquilizaba con su optimista: "Sigue su
curso". Pasó un año y hasta las narices del sigue su
curso lo hicimos nosotros en un periquete.
No hay nada mejor que un lider capaz.
CAPÍTULO 5: El padre de Miguelón,
presidente de la Telefónica.
El augusto progenitor de Miguelón ha demostrado cienes
de veces su interés por el buen devenir de la
asociación, colaborando siempre que puede. Pero nadie
puede luchar contra sus propios genes...
El caballero recibía las llamadas que solicitaban la
asistencia de la plana mayor de U.G.I. a ciertas
reuniones de crucial importancia (económica), en las
que ningún miembro del club asistía en última instancia.
¿Por que?
Padre: Miguel!!, te han llamado por teléfono...
Miguelón: ¿Quién ha sido?
Padre: No sé, el chico este, como se llama...
Miguelón: ¿Oscar?, ¿Parras?
Padre: Sí, ese ese. Oscar.
Miguelón: ¿Qué quería? ¿Quedar para mañana?
Padre: Sí, sí, eso eso.
Miguelón: Ah, vale.
Luego se averiguaba que el que había llamado no se
llamaba Oscar, ni quería quedar para mañana, ni nada de
nada. Sólo que el padre de Miguel está muy ocupado
viendo la tele como para coger bien los recados.
En la reunión echaban en falta a los U.G.I: Qué
raro, si les había avisado que hoy teniamos reunión...
CAPÍTULO 6: Wrestling callejero.
En una plaza de la apacible localidad de Alcobendas
estaban Miguelón y sus compinches (inocentes testigos
de barbaries sin sentido). Impresionado por las batallas
televisivas de los héroes del wrestling, Miguelón
demostraba la variedad de golpes de Hulk Hogan
y El Último Guerrero, entre otros.
Animado por la
concurrencia cogió carrerilla y se dirigió hacia el
extremo opuesto de la plaza: Un pobre viejete, ajeno a
lo que se le venia encima, se dirigía hacia su casa con
las bolsas de la compra...Plas! Golpe de antebrazo al
anciano que reculó y estuvo a punto de caer. Sus bolsas,
sin embargo, cayeron al suelo desparramando sus
contenidos...
Al menos Miguelón no hace discriminaciones por edad.
CAPÍTULO 7: Una tarde en el dentista.
Miguelón tenía cita con el dentista para que le hiciera
un empaste. Una vez le llegó en turno ocupó su lugar
en la silla reclinable. Se sentía ligeranmente incómodo,
pero no era miedo: ¿Por qué harán los asientos tan
estrechos? - pensó.
El torno emitía un sonido vibratorio mientras se
acercaba al interior de la boca de Miguelón. Sintió su
contacto con el diente. ¡Ayyy!, el torno le había
mordido el nervio. La adrenalina disparó los reflejos
de Miguelón que soltó el brazo y la pierna a la vez,
golpeando al dentista en la espinilla y el brazo que
sostenía el torno a la vez. El torno cayó de la mano del
dentista y se introdujo en la boca de Miguelón. Empezó
a brotar sangre y visceras de la boca de M.lón (bueno,
sólo fueron unas cuantas heridas en la lengua y el
paladar) y éste sobrevivió para poder realizar más
proezas.
CAPÍTULO 8: Entrenador de Blood Bowl.
Son famosas las historias acaecidas con Miguelón como
jugador de Blood Bowl.
- Un día, en el cual debía estar algo atascado mentalmente,
Miguelón dispuso su colocación inicial. El contrario
advierte que tiene 12 jugadores colocados, uno más de los
permitidos. Miguelón se pone a meditar sobre qué jugador
quitar sin que le trastoque su táctica. Tras diez minutos
pensando, el contrario le dice que se dé prisa. Miguelón
dice: "No puedo, todos son imprescindibles."
La subsiguiente discusión duró unos 20 minutos, que fue lo
que costó convencer a Miguelón de que quitase a uno de sus
goblins, ya que no podía tener la ventaja de jugar con
12 jugadores si el otro iba a hacerlo con 11.
El partido empezó y en el primer turno de juego Miguelón
afirma desesperado: "Voy a perder el partido, me he colocado
mal". No sabiamos el peso tan importante de ese goblin
en su equipo.
- En sus partidos era habitual que la vista le proporcionase
malas pasadas. Errores en el número de cuadros entre dos figuras,
no ver cuadros vacios, confundir jugadores suyos con contrarios,
ignorar el movimiento diagonal y sustituirlo por el zig-zag
migueloniano, etc...
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